domingo, 9 de marzo de 2014

Prólogo

Veía, a través de los preciosos ventanales que reflejaban su alma desnuda, como el fuego ardía en su interior. Divisaba el espíritu de rebeldía que hacía diferente aquel bello Ser sobre las demás . Así fue como observé mi perfección envuelta en piel, poseedora de unas perlas color miel, con las que obtenía su especial visión del mundo. Su carbónico y extenso cabello caía sobre sus pechos y balbuceaba, al son de los bruscos movimientos con los que intentaba librarse de los grilletes que ahora poseía. A pesar de estos,  su agresiva mirada introducía miedo en aquellas pobres almas que en algún momento le hicieron prisionera.

Allí estaba yo. Absorto ante la escena que cambiaría el rumbo de mi existencia.

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